La memoria secundaria
(JOAQUIM ROGLAN - La Vanguardia 19/12/2002)
Miquel Martí i Pol dedicó al abogado y escritor Tomàs Roig i Llop un poema navideño que recuerda los tiempos en que juntos montaban un belén, y acaba diciendo: “I cantàvem molt baix, amb vergonya potser de saber-nos germans de l'Infant i de tots en la nit de la gran meravella”. Eran malos tiempos para un escritor burgués y profundamente católico que sufrió la represión izquierdista, después la represión franquista y más tarde un largo e injusto olvido que sólo se rompió ayer en la conmemoración del centenario de su nacimiento.
El “Nou diccionari de la literatura catalana” dedica 26 líneas a Tomàs Roig i Llop y 87 a su hija, la también difunta escritora Montserrat Roig Fransitorra. Las únicas referencias a Tomàs Roig que navegan por Internet aparecen en los epígrafes de libros antiguos y raros de encontrar, como padre de Montserrat Roig o como autor de un tratado traducido al italiano titulado “El peritaje caligráfico como documento humano”.
Roig i Torres es uno de aquellos escritores que no se estudian ni en el bachillerato ni en la universidad, y sin embargo existió. Se ocuparon de recordarlo su viuda, Albina Fransitorra, cinco de sus hijas, su único hijo y trece nietos en el Ateneu Barcelonès. Ainaud de Lasarte resumió su figura como “un autor tal vez secundario, pero que junto a muchos otros secundarios forman esa sólida base que hace posible que despunten los grandes nombres”. Leyeron algunos de sus textos los actores Teresa Cunillé y Domènec Vilarasa. Magda Oranich glosó su personalidad como abogado. Y Jordi Pallarés, el último profesor de retórica de Catalunya, rememoró su dimensión humana.
Más allá del homenaje tardío a un hombre que dejó una obra a la vez seria y satírica, que ayudó a salvar el teatro Romea de la miseria económica y que fomentó el teatro de aficionados por toda Catalunya, queda el recuerdo de sus hijas: “Gran trabajador, serio, vitalista, entregado a la familia, muy conversador, siempre rodeado de amigos y que nunca levantó la voz ni perdió los nervios a pesar de vivir rodeado de seis hijas, la mujer y la suegra”. Más reciente, el recuerdo de sus nietos, como el periodista Álex Martínez Roig: “Nuestro abuelo fue y es un referente ético de una burguesía catalana derrotada por la República y por el franquismo. Sin ser un político, fue un resistente cultural que luchó por la cultura catalana a través de los juegos florales, el teatro popular y la abogacía”.
Hijo adoptivo de Girona y miembro de la misma generación olvidada de Fages de Climent, el fondo documental de Tomàs Roig i Llop reposa en el Arxiu Nacional de Catalunya y resulta muy útil para entender cómo vivió la guerra y la posguerra la burguesía ilustrada catalana. Parte se recoge en sus dos tomos de memorias, pero el tercero, que dictó a su mujer cuando ya había perdido la vista y que se centra en la posguerra, continúa inédito. Y aunque el acto en memoria del autor fue bello y emotivo, la edición de esas memorias sería un servicio a la historia de un país que también se ha forjado sobre escritores secundarios.
(JOAQUIM ROGLAN - La Vanguardia 19/12/2002)
Miquel Martí i Pol dedicó al abogado y escritor Tomàs Roig i Llop un poema navideño que recuerda los tiempos en que juntos montaban un belén, y acaba diciendo: “I cantàvem molt baix, amb vergonya potser de saber-nos germans de l'Infant i de tots en la nit de la gran meravella”. Eran malos tiempos para un escritor burgués y profundamente católico que sufrió la represión izquierdista, después la represión franquista y más tarde un largo e injusto olvido que sólo se rompió ayer en la conmemoración del centenario de su nacimiento.
El “Nou diccionari de la literatura catalana” dedica 26 líneas a Tomàs Roig i Llop y 87 a su hija, la también difunta escritora Montserrat Roig Fransitorra. Las únicas referencias a Tomàs Roig que navegan por Internet aparecen en los epígrafes de libros antiguos y raros de encontrar, como padre de Montserrat Roig o como autor de un tratado traducido al italiano titulado “El peritaje caligráfico como documento humano”.
Roig i Torres es uno de aquellos escritores que no se estudian ni en el bachillerato ni en la universidad, y sin embargo existió. Se ocuparon de recordarlo su viuda, Albina Fransitorra, cinco de sus hijas, su único hijo y trece nietos en el Ateneu Barcelonès. Ainaud de Lasarte resumió su figura como “un autor tal vez secundario, pero que junto a muchos otros secundarios forman esa sólida base que hace posible que despunten los grandes nombres”. Leyeron algunos de sus textos los actores Teresa Cunillé y Domènec Vilarasa. Magda Oranich glosó su personalidad como abogado. Y Jordi Pallarés, el último profesor de retórica de Catalunya, rememoró su dimensión humana.
Más allá del homenaje tardío a un hombre que dejó una obra a la vez seria y satírica, que ayudó a salvar el teatro Romea de la miseria económica y que fomentó el teatro de aficionados por toda Catalunya, queda el recuerdo de sus hijas: “Gran trabajador, serio, vitalista, entregado a la familia, muy conversador, siempre rodeado de amigos y que nunca levantó la voz ni perdió los nervios a pesar de vivir rodeado de seis hijas, la mujer y la suegra”. Más reciente, el recuerdo de sus nietos, como el periodista Álex Martínez Roig: “Nuestro abuelo fue y es un referente ético de una burguesía catalana derrotada por la República y por el franquismo. Sin ser un político, fue un resistente cultural que luchó por la cultura catalana a través de los juegos florales, el teatro popular y la abogacía”.
Hijo adoptivo de Girona y miembro de la misma generación olvidada de Fages de Climent, el fondo documental de Tomàs Roig i Llop reposa en el Arxiu Nacional de Catalunya y resulta muy útil para entender cómo vivió la guerra y la posguerra la burguesía ilustrada catalana. Parte se recoge en sus dos tomos de memorias, pero el tercero, que dictó a su mujer cuando ya había perdido la vista y que se centra en la posguerra, continúa inédito. Y aunque el acto en memoria del autor fue bello y emotivo, la edición de esas memorias sería un servicio a la historia de un país que también se ha forjado sobre escritores secundarios.